23 may 2015

Jornada de Reflexión y Meditación.

A mí esto de la Jornada de Reflexión, siempre me ha traído resonancias orwellianas. Me suena como el Minuto de Odio, el Ministerio de la Verdad, la Policía del Pensamiento y cosas así.
Y eso que reflexionar, o simplemente pensar diferente al dogma politicorrecto es, como puede atestiguar la abogada alemana Sylvia Stolz, encarcelada por cuestionar la censura sobre el llamado holocausto, una actividad que nos puede salir muy cara. Pero hoy, según parece, es legal durante veinticuatro horas, así que hay que aprovechar.
Hoy, como todo buen ciudadano, me he encerrado en el cuarto de pensar junto a un ejemplar de cada uno de los programas electorales de los partidos que se presentan a estas elecciones, he encendido unas varillas de incienso y, con los ejercicios respiratorios adecuados, he llegado a un estado alterado de conciencia democrática. 
Tras unos minutos de meditación en la postura del loto, me ha llegado de repente la iluminación:
 ¡La democracia es una dimensión paralela!
Me explico:
Los políticos son seres de otra dimensión, posiblemente hologramas, que actúan, hablan y piensan en función de unos parámetros ajenos a nuestra realidad corpórea. Por eso a veces no los entendemos y nos irrita su aparente estupidez y su falta de vergüenza, cuando en realidad se trata simplemente de actuaciones condicionadas por otro plano de la realidad que nuestras limitadas mentes de simples votantes no pueden entender en toda su magnificencia. 
Sólo los políticos, como seres iluminados, nos pueden guiar a través de ese otro plano dimensional. 
En mi éxtasis místico he podido vislumbrar levemente algo de esa otra realidad y he aquí, amadísimos hermanos, algunos retazos de lo que he visto:
En la dimensión incorpórea, los partidos políticos no son, como en el plano terrenal, unas cuadrillas de estafadores y codiciosos ladrones, sino entidades luminosas que buscan el bien de todos nosotros,
Los periodistas no son, como en nuestro plano de existencia, una piara de serviles palmeros que mienten sistemáticamente, sino una orden de monjes en busca de la verdad y la información ponderada.
Los banqueros, en ese plano sutil, no son como aquí unos usureros hijos de la gran puta, sino unos patriarcas benefactores que se preocupan por nuestra prosperidad.
Y así podría seguir, oh hermanos, enumerando las maravillas de esa realidad que sólo los políticos pueden ver. 
He comprendido que la democracia no es más que nuestro torpe homenaje de seres mortales e imperfectos a esa casta de seres superiores que nos guían sabiamente y nos dicen lo que debemos pensar.
Nuestro voto es, en realidad, la ofrenda a esas fuerzas superiores. De igual manera que los fieles budistas escriben sus deseos en unos papelitos que luego depositan en sus templos, los simples mortales depositamos nuestra ofrenda en forma de voto en el recipiente sagrado de la urna.
El destino de ambos papelitos es similar: las notitas budistas son incineradas y las papeletas de votos son recicladas y utilizadas, al menos metafóricamente, como papel higiénico por los políticos y sus amigos.
Tras regresar de mi éxtasis astral, he llegado a la conclusión de que, si queremos evolucionar en la escala cósmica, lo mejor es ayudar a esos seres superiores a desencarnarse para que sus almas, liberadas de su envoltura corpórea, se quemen eternamente en el puto infierno.

J.L. Antonaya




PASANDO...