8 feb 2016

Memes, memos y memeces.



Se entiende por meme o viral cualquier idea, concepto o imagen que es reproducida masivamente a través de internet, sobre todo mediante las redes sociales. 
La variedad de estos memes es inmensa aunque abundan los vídeos cómicos, los textos "ingeniosos", las imágenes sensibleras y cosas así. Algunas veces los memes pretenden alardear de una cierta erudición utilizando frases de personajes históricos. Lo malo es que la mayoría de las veces, estas frases suelen ser falsas o se atribuyen a un personaje distinto a su autor.

Estos memes suelen ser bastante molestos. Incluso el mejor chiste deja de tener gracia cuando ciento veinte "amigos" del facebook te lo envían simultáneamente con comentarios del tipo "Tienes que leerlo". Con los mongovídeos de Youtube pasa lo mismo. Cuando ves doscientas treinta y cinco veces el mismo vídeo del perro que adoptó a un gato o el del bebé chino que se cae de culo, la simpatía por perritos, gatitos y chinitos suele disminuir drásticamente por muy amante de los animales que sea uno.
Hay una variedad de meme que es particularmente nociva. Se trata de aquellas fotos de niños enfermos, moribundos o con algún tipo de deficiencia física o mental que suelen venir acompañadas de frases como "Sé que no me compartirás porque estoy enfermo" o algo similar. En teoría, esta obscena utilización del sufrimiento infantil pretende "concienciar" sobre tal o cual enfermedad. En la práctica obedece a la pretensión ególatra y mezquina del que ha publicado la foto en cuestión para que ésta se haga viral y, en algunos casos, obtener así un beneficio económico. 
Lo perverso de esta dinámica es que permite que mucha gente tenga la falsa impresión de que dando un "Me gusta" en el facebook a cualquier chorrada de este tipo, está contribuyendo activamente a curar el cáncer, salvar las ballenas o parar el cambio climático. Es una forma de manipular canalizar y desactivar cualquier intención de activismo social aprovechando una buena fe que acaba convertida en estupidez gregaria. 
Esto es particularmente sangrante en el ámbito político. Ahora que liberales, separatistas, comunistas y demás ralea están llevando a nuestra Patria al borde de su desaparición, la respuesta a este desastre se traduce en miles de páginas y plataformas que teóricamente reivindican la necesidad de luchar por España.
A veces piden firmas virtuales para tal o cual cosa. Este tipo de iniciativas obedece a muchos tipo de motivación, desde la buena fe a la pereza o la cobardía, pasando por el friquismo más grotesco o la intención de desinformar, pero tienen la misma consecuencia: extender la impresión de que dando un clic o "firmando" en Change.org contra la última judiada podemita, se está militando activamente.  
Viendo los miles de seguidores de estas iniciativas, cualquiera se esperaría un poder de movilización formidable. Sin embargo, en cualquier manifestación o concentración patriota, uno casi siempre encuentra a los cuatro gatos de siempre. Las escasas ocasiones en que se superan los pocos cientos de asistentes se consideran un éxito. 
Se podrán inventar excusas o coartadas, a gusto de cada cual, para justificar esta falta de compromiso pero lo cierto es que sólo empezaremos a construir una alternativa seria cuando utilicemos internet como una herramienta y no como un fin en sí mismo. Cuando los miles de banderas que se ven en las redes sociales empiecen a ondear en las calles. Mientras tanto, seguiremos haciendo el memo.

J.L. Antonaya

     

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