Desde el panorama actual se hace difícil concebir que hubo una época en la que los Reyes de España no eran personajes ridículos de la prensa del corazón, sino líderes abanderados de un Pueblo contra el feudalismo.
De una época en la que a los moriscos y a los judíos no se les mimaba y aplaudía en su hostilidad antiespañola sino que se les expulsaba de nuestro suelo.
De una época en la que, en lugar de fomentar la división entre regiones, se abolían privilegios y se unificaba a los españoles bajo una sola bandera.
De una época en la que a los malhechores se les metía en la cárcel o se les daba matarile en vez de sentarlos en escaños.
J.L. Antonaya