Conjura el claro espejo las memorias
en imagen sublime por sencilla.
Una flor en un vaso de nocilla
evoca eternidades transitorias.
Y se aquieta la imagen inefable.
Y es el agua del vaso rocío inerte
que evoca las quietudes de la muerte
y el recuerdo de un tiempo inexorable.
Al otro lado del espejo espera
otra imagen más límpida y más mansa
que duplica en nostalgia los cristales
de una tristeza vieja y calavera.
Es la luz verdadera que descansa
en los dibujos de Joaquín Morales.
J.L. Antonaya