22 ago 2014

El refresco del verano: Granizado de Gilipollas.

Como es sabido, gracias a la democracia que todos los españoles nos dimos en 1978, cosas como el sentido del ridículo, la discreción o el simple sentido común, han sido arrinconadas en el desván de la Historia como anticuadas rémoras de épocas venturosamente superadas. Sea como fuere, la democracia ha demostrado ser el mejor caldo de cultivo para la proliferación de los gilipollas. Y viceversa.

Desde la Casa Real hasta la más remota comunidad de vecinos, los gilipollas demuestran su pujante hegemonía y se erigen en árbitros y modelos a imitar en todos los aspectos de la vida.
Es cierto que los gilipollas siempre han existido y a lo largo de la Historia han demostrado ser una especie de lo más resistente. Hay prestigiosos estudios que afirman que, en caso de catástrofe nuclear, además de las cucarachas y los judíos, sólo podrán sobrevivir los gilipollas. Lo que pasa es que, al final, se extinguirían también. Por gilipollas.
Desde los ya históricos tiempos de Georgie Dann o María Jesús y su Acordeón, el verano ha sido la época más propicia para el lucimiento y exhibición de esta abundante especie. Sin embargo, nunca como ahora la combinación de ordinariez, analfabetismo funcional e internet intensivo había demostrado su potencia letal para potenciar la gilipollez hasta unos niveles nunca alcanzados.
Este verano, en un alarde de poder e influencia, todos los gilipollas del mundo han establecido una alianza estratégica con otras especies tóxicas como los papanatas, los hipócritas y los buenrollistas para imponer la última moda en prácticas de gilipollez activa. La cosa consiste en grabar a un gilipollas, cuanto más famoso mejor, mientras por mano propia o ajena es baldeado con un recipiente lleno de agua helada. Después hay que difundir el vídeo en internet
¿Para que todo el mundo vea lo gilipollas que es el famoso?.No, amadísimos hermanos, sino para que todo el mundo vea lo solidario y chupiguay que es. Porque se supone que la mongolada del cubo de agua es una práctica solidaria encaminada a recaudar fondos para curar una enfermedad rara. Lo que pasa es que, como era de esperar, la mayoría se apunta a hacer el imbécil con el agua helada pero luego no se rasca el bolsillo. A pesar de ello, en Estados Unidos ya han recaudado una pasta gansa y parece ser que los investigadores podrán pagar por fin la factura de la luz y encender el superaparato que permitirá poner remedio al síndrome. Esto debe de ser verdad porque lo ha dicho la tele.
Ante el éxito de la iniciativa en Yanquilandia, parece ser que se quiere hacer algo parecido en España. Dicen que prestigiosas organizaciones como la UGT, con acreditada experiencia en la recaudación de fondos solidarios, se han ofrecido desinteresadamente para gestionar el asunto. Y es que, respondiendo a una inexorable ley ecológica, esta superpoblación de gilipollas está propiciando el aumento de sus depredadores naturales: los listillos.  

J.L. Antonaya
  

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