17 jul 2014

La afroministra y el mono.

Si algo caracteriza a los sectarios es la falta de sentido del humor. Lo que más suele cabrear a los inquisidores de cualquier pelaje es que la gente se descojone de sus tópicos o haga chistes sobre sus tabúes. En esto, como en todo, los peores son los sumos sacerdotes de ese dogma antipático, fanático e hipócrita llamado Corrección Política.
El mismo rebaño biempensante que suele mostrar su comprensión y su indulgencia hacia la violencia callejera de los "antifas", o que simpatiza con las exhibiciones mamarias  de las sanguinarias colipoterras de Femen, se muestra, en cambio, intransigente y exige las mayores penas cuando alguien ofende la delicada sensibilidad de cualquier raza no europea.
En Europa se puede ofender a millones de católicos con espectáculos grotescos y blasfemos y se pueden hacer chistes ridiculizando el patriotismo, pero como alguien ose bromear sobre los negros, los panchitos, los maricas, los judíos, los moros o cualquier colectivo que no sea europeo, blanco y heterosexual, le caen las del pulpo.
Resulta que en Francia, la ministra de Justicia es una negra de color, afroamericana, subsahariana o como diablos se diga ahora. Pintoresco, aunque no sorprendente si nos fijamos en la Selección Nacional de Fútbol del país galo. O galoafricano, visto lo visto.
 Al parecer, una antigua candidata municipal del Frente Nacional, tuvo la imprudente ocurrencia de colgar una foto en internet con la jeta de la antedicha afroministra junto al rostro de un monito. Nunca lo hiciera. 
Como castigo por este terrible crimen ha sido condenada a nueve meses de prisión y a una exorbitante multa. Leyendo las diatribas que la prensa pesebreramente correcta le dedica, parece como si Anne-Sophie Leclère, la infortunada aspirante a concejal, hubiera asesinado a Kennedy, matado a la madre de Bambi e invadido Polonia, todo en la misma tarde.
Tras leer los comentarios de los lamelibranquios progres de derecha e izquierda, se podría pensar que al final ha tenido suerte de librarse de la guillotina.
Está claro que las dichosas fotos son de dudoso gusto. Pero seamos serios: estoy seguro de que, aunque odiosa, la comparación no ha ocasionado tanto sufrimiento al monito como para justificar una condena tan severa. 
Creo que en este caso se ha llevado demasiado lejos la defensa de los animales.


J.L.Antonaya

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