7 dic 2015

Hoy sí me gusta Francia.


Hace unas semanas, ante la última muestra de  multiculturalismo en una discoteca de París, todos los papanatas de las redes sociales se adornaban con banderitas francesas como máxima respuesta ante la morisma asesina.
La progresía mediática, decía "sentirse francesa" y con los muertos todavía calientes nos endosaba su milonga buenista sobre que el Islam es, en realidad, una religión de paz y "flower power" y que los moros malos son sólo una minoría. 
 Pero cuando vimos a los franchutes entonar su himno nacional ante la agresión islámica -detalle que la prensa progre minimizó-, intuimos que Francia no estaba tan castrada multiculturalmente como España y que la cosa no iba a quedar así. 
Ayer, el Frente Nacional ganó las elecciones regionales. Treinta por ciento de los votos. Sin entrar en matices sobre su debate interno -a todos nos cae mejor el viejo Jean Marie que su hija y sus veleidades con la judiada-, lo cierto es que sólo hay que ver lo nerviosos que se han puesto los partidos del Sistema, para comprender la trascendencia del triunfo patriota en Francia. 
Sólo por ver los aspavientos de los progres de todas las ganaderías partitocráticas, la descalificación de los periodistas lamelibranquios y el tembleque de los politicastros que empiezan a poner sus barbas en remojo, ya ha merecido la pena la victoria del Frente Nacional.
Hoy, lo confieso,  he estado a punto de  poner la bandera gabacha en mi perfil. 

J.L. Antonaya

PASANDO...