25 may 2019

JORNADA DE REFLEXIÓN.


Por poco se me pasa. Menos mal que me he acordado de que hoy es la jornada de reflexión. He estado a punto de olvidarme y de no poder reflexionar legalmente hasta la próxima "fiesta de la democracia" que es como los cursis y los beneficiarios del tocomocho llaman a las elecciones. 
Comienzo, por tanto, a reflexionar:
A mi esto de la partitocracia siempre me ha parecido una estafa y una justificación burda del parasitismo de los políticos. 
Los discursos electorales me recuerdan inevitablemente a la verborrea de los charlatanes de feria y los vendedores de crecepelos. No se creen lo que dicen y, además, lo dicen mal. Las muletillas, frases hechas y chuminadas que exige la neolengua progre (miembros y miembras, gilipollos y gilipollas...) añaden un plus de cursilería y horterez a la jerga de los políticos ya de por sí adocenada y redicha. Los políticos españoles, corruptos, incultos y sectarios, hacen cada vez más insufribles las campañas electorales. 
Al final, todo se resume en una competición de charlatanes malévolos  para halagar de forma burda la simpatía de un elector cada vez más analfabeto, apático y domesticado. Sobre todo, domesticado: Hasta el telespectador de Telecinco más ágrafo teme pecar contra los sagrados dogmas de la corrección política y ser anatemizado con algunos de los sambenitos (machista, xenófobo, franquista, homófobo...) con los que los sanedrines políticamente correctos matan civilmente a cualquier disidente. Hasta la derecha más verdosa y asilvestrada tiene un cuidado exquisito para que en sus anuncios y listas electorales no falten negros y maricones.
Podría seguir reflexionando sobre la mojigatocracia parlamentaria y sus charlotadas, pero creo que ya resulta cansino hablar sobre su mendacidad, mediocridad y cursilería intrínsecas.
Yo, amables lectores, soy de los que piensan que la verdad es la verdad aunque tenga cien votos y la mentira es la mentira aunque tenga cien millones. 
Que la unidad de España, la defensa de la familia como núcleo de la sociedad, el orgullo por nuestro pasado imperial o la dignidad de los trabajadores españoles son valores que no dependen del capricho aritmético de un populacho desinformado. 
Que lo Nacional y lo Social no son conceptos antagónicos, sino complementarios. 
Que la Patria es la última trinchera frente a la Usurocracia y el Globalismo.
Que, por todo lo anterior, creo que la única forma de desmontar la tramoya putrefacta del parlamentarismo es unirme a los que, con diferentes matices, piensan como yo. Por eso votaré a ADÑ. Para incordiar a los cursis y a los imbéciles que se toman en serio la gilipollez ésta de la 'jornada de reflexión ".

J.L. Antonaya.

PASANDO...