Octubre luminoso de Lepanto.
Alta ocasión de lides y fortuna
que humillando a la torva media luna
dejó al turco llorando su quebranto.
Otro Octubre imperial y marinero
ya había sido, hispánico y rotundo,
conquistador y dios del nuevo mundo
la mañana de un doce aventurero.
Un rodar de centurias decadente
y consignas masónicas y hostiles
asfixiaba a la mística guerrera
hasta un alba de Octubre sonriente
en un eco de escuadras juveniles.
Y dejó Octubre alzada la Bandera.
J.L. Antonaya