de talante cobarde y obediente,
exhibe su vileza complaciente,
y se amolda a la vida carcelaria.
No merece ni el aire que respira,
ése que le raciona el usurero
que se erige en verdugo y carcelero
fabricante de virus y mentira.
¡Que le den a la España cobardona
putrefacta de tele y de mordaza
sin honra, sin valor, y sin cojones!
Otra España me duele y encabrona:
La que al mundo alumbró con Genio y Raza
y hoy matan los políticos felones.
J. L. Antonaya