…Y así se escurre el tiempo como agua
con la vertiginosa ineludible
rapidez de un reloj adolescente
incapaz de parar en reflexiones.
Sólo después de lustros y memorias
reparamos en aquel instante
perdido entre recuerdos desvaídos.
Aquel soplo de sol y de sonrisas
inesperadas y como incompletas
esperando palabras que no llegan.
Y ese instante parece de otra vida
reencarnada en playas luminosas
y en canciones de héroes y de dioses
alrededor de un mar nuestro y sagrado:
el solar imperial en la grandeza
de la mediterránea madre loba.
J.L.
Antonaya