Amaneció en Castilla la elegida
para reunir la santa sangre hispana
en el haz de saetas que engalana
el blasón de la España renacida
Y su hueste guerrera enardecida
enarboló la enseña castellana
librando de la zarpa musulmana
la hispana tierra antaño sometida.
Y luego el mar soñó su sueño santo
de azules singladuras imperiales
de azules singladuras imperiales
bajo su gracia incólume y materna
Y otro mundo nació bajo su manto,
semillero de hazañas colosales.
Y América encarnó en la España eterna.
J.L. Antonaya
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