y castigó el crimen y la inquina.
Hizo probar su propia medicina
al invasor sionista y usurero.
No le sirvió su "cúpula de acero"
al okupa de tierra palestina
y su zarpa cobarde y asesina
por una vez tuvo castigo fiero.
Por una vez cayeron los misiles
sobre el dron criminal que despedaza
inocentes con saña y por codicia.
Desde las tristes tumbas infantiles
en los escombros mártires de Gaza
hay flores que saludan la justicia.
J. L. Antonaya