Al fin llegó -tras décadas de escombro
enmoheciendo las mentes y los ojos-
la hora de engrasar armas y letras
para batirse al decir que el pasto es verde,
para afirmar que el sexo no se elige
o que la Patria es parte de la entraña
de nuestra identidad y nuestra sangre.
enmoheciendo las mentes y los ojos-
la hora de engrasar armas y letras
para batirse al decir que el pasto es verde,
para afirmar que el sexo no se elige
o que la Patria es parte de la entraña
de nuestra identidad y nuestra sangre.


