La verdad es que no va a ser fácil acostumbrarse. Cuando, a partir de ahora oigamos la expresión "el anterior Jefe del Estado" vamos a tener que pararnos a pensar un segundo para darnos cuenta de que no se están refiriendo al Caudillo sino al cesante Porky. Aparte de esto, la verdad es que no se me ocurre qué otra consecuencia pueda tener el que hayan mandado al banquillo al campechano amante de Corina para ser sustituido por el marido de Letizia, que a estas horas calienta en la banda. Da la impresión de que el entrenador se limita a hacer un cambio para perder tiempo en un partido que está a punto de finalizar.
Pido de antemano disculpas a todos los videntes, augures, profetas y demás fauna que se gana el jornal adivinando el porvenir a la peña, pero voy a hacerles, cual chino, un poco de competencia desleal para desvelar a la docena de lectores de este blog la más aterradora consecuencia de la abdicación juancarlera. Ahí va:
Tras consultar a las sibilas y escrutar las entrañas de los pichones sacrificados en el altar de Júpiter, cansinos y estomagantes presagios se ciernen sobre nuestras cabezas. Una multitud de periodistas lamelibranquios, politiquillos bien cebados, analfabetos con doctorado en Demagogia, marujas y mariquitas de la telebasura y otros seres aterradores verterán toneladas de adulación besahuevera, y quintillones de elogios almibarados glosando la figura del monarca cesante. Legiones de eunucos y corifeos cantarán la ejemplar labor democratizadora del cazador de elefantes. Si a otro perjuro famoso le glorificaron poniendo su nombre a un aeropuerto, a éste le dedicarán, como mínimo alguna ciudad o por lo menos un municipio cabeza de partido. Durante las próximas semanas, el exceso de incienso amenazará seriamente la capa de ozono.
También habrá un sector del público, el nostálgico de las checas y paseos de la Segunda República, que intentará llevar el agua a su trasnochado molino y soñará con trapos tricolores, tribunales populares y fusilamientos masivos. PODEMOS imaginárnoslo.
Total, que entre las felaciones mediáticas de los palmeros y la baba rencorosa de la horda, el ambiente va a estar algo más vomitivo que de costumbre.
Como a los españoles, en general, lo que realmente nos pone es la discusión de barra de bar, el apasionamiento de sobremesa y la controversia bizantina, miles de tertulianos a sueldo de los mass mierda, debatirán sobre si mola más la monarquía o la república.
Ya sé que soy raro, pero a mí el debate sobre república o monarquía me parece como discutir sobre el color del traje de la novia en lugar de valorar si está buena, si es tonta o si ha salido puta. A mí me disculparán ustedes, pero estas cosas me dan sueño y me producen gases, así que me voy a retirar. Que se diviertan.
J.L.Antonaya