1 mar 2016

Elogio del hijo de perra sincero.


Hay días, como hoy, en que el hijoputismo es más visible y patente que de ordinario. 
Ver salir de la cárcel a etarras jaleados por la piara antiespañola no es plato de gusto para ningún español bien nacido.
Oir a los cabecillas podemitas manifestar su alegría por la suelta del terrorista es algo obsceno e indignante, está claro.

Ver como un concejal comunista insulta a la Bandera Nacional es otra de las muchas cosas que hace hervir la sangre a cualquier español honrado.   
Pero, la verdad, en el fondo es de agradecer que esta escoria muestre claramente su naturaleza. Lo menos que se le puede pedir a un enemigo es que se identifique como tal. 
Ninguno de los citados; ni la cuadrilla de hijoputas que ha ido a aplaudir a la maricona etarra; ni la bruja decrépita o la coletuda sabandija que han dicho que les parece una buena noticia la suelta del bicho; ni el bastardo que llama "trapo rojigualdo" a nuestra Bandera ofrecen la más mínima duda de cuáles son sus sentimientos respecto a España. 
Como cualquier rojo, pijoprogre o separatista que se precie son antiespañoles confesos. Son enemigos de España y, por tanto, mis enemigos. Nada se presta a la duda: las cosas claras, el chocolate espeso y las armas engrasadas.
Creo que hay otros enemigos más repugnantes. Mucho más nocivos que cualquiera de los canallas citados son aquellos que, teniendo la obligación de combatirlos, miran hacia otro lado. A veces, incluso, aparentan defender posturas contrarias a las de la horda y hasta se atreven a hablar de patriotismo como si supieran lo que es.
Hoy, mientras separatistas, podemitas y demás fauna se regodeaban en sus ofensas a España, a su Unidad, a las víctimas de ETA o al más elemental sentido de la dignidad, otros hijos de puta menos sinceros estaban enredados en su juego de cambalaches y sus aritméticas de trilero para repartirse las poltronas de un circo siniestro. 
Y aquellos que desde las más altas instancias del Estado se supone que deben garantizar la integridad de nuestra Patria, ni estaban ni se les esperaba.
Hijoputas por hijoputas, me quedo con los que reconocen lo que son. 

J.L. Antonaya   

PASANDO...