6 mar 2016

Fin de semana "latino" en Madrid.


Esto de que llamen "latinos" a los diversos especímenes caribeños y andinos que nos enriquecen culturalmente con su presencia, siempre me ha despistado bastante. Quizá mi obsoleta formación pre-ESO sea lo que me lleva a asociar el término "latino" con togas, cónsules, anfiteatros, enfiteusis y declinaciones de genitivo. Cosas de la edad, supongo. Por eso cuando me he enterado de que en el transcurso de unas pocas horas, ha habido dos actuaciones multiculturales en la capital del reino protagonizadas por "latinos", me he despistado un poco.

Uno de ellos se refería a unos policías municipales que han sido apaleados por "latinos". Hasta que no han especificado que los efusivos inmigrantes eran dominicanos, ha cruzado fugazmente por mi mente la imagen de un manípulo al mando de un tribuno cargando contra los desprevenidos guindillas.  
Teniendo en cuenta las inclinaciones y querencias de la actual ganadería concejil, también he sospechado, por un momento, que pudiera tratarse de una actividad subvencionada por el Ayuntamiento carmenita para que los policías municipales fuesen adaptándose a su nuevo protocolo de respeto a la multiculturalidad y contra la xenofobia machista y patriarcal.
 Luego me he enterado de que el suceso se ha producido en el Barrio de Tetuán, sitio en el que los vecinos disfrutan del mayor porcentaje de inmigración sudamericana. Los inmigrantes de este barrio hacen lo posible para que el entorno les recuerde a sus lejanos terruños y, con la inapreciable ayuda de colectivos antifas, han logrado hacer indistinguible este castizo enclave madrileño de un barrio marginal de Medellín, de una favela de Río o de un putiferio barato en Quito. El índice de delitos es uno de los más altos de la capital, en cordial competencia con el califato integrista de Lavapiés, un pintoresco trasunto del más mugriento zoco marroquí en pleno centro de la capital.
El otro evento multicultural ha sido una pelea de bandas "latinas" en plena Puerta del Sol. Cuando por fin he comprendido que no se trataba de una escaramuza entre partidarios de César y Pompeyo, me he enterado de que los que se han liado a tiros han sido mulatos de diversos encastes del otro lado del Atlántico. Al parecer, uno de ellos la ha palmado.
Aunque, afortunadamente, en este último caso no ha habido que lamentar víctimas inocentes, como esto siga así, cualquier día hay una desgracia.

J.L. Antonaya 
  

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