Vosotros, abrasados por toneladas
de fósforo…
Vosotros, masacrados por la
inquina demoníaca
de los siervos de Baal y de
Yahvé…
Vosotros, asesinados con la democrática
saña
de los esbirros de la banca y
de la Usura…
Vosotros, víctimas
propiciatorias para el triunfo homicida
de los enemigos de Europa…
Vosotros, mártires de Dresde,
no tenéis preceptivos “días internacionales”
ni lacrimógenas ceremonias
ante hediondos muros
de hipócritas lamentaciones…
A vosotros no os lloran con lágrimas
oficiales
y premeditadas
en las televisiones y en los
palacios.
No hay pintores mercaderes pintarrajeando
“guernicas”
para imponer duelos
reglamentarios.
Ni se falsifican “diarios”
con
vocación de lectura obligatoria y rentable.
A vosotros sólo os lloramos
los malditos y los perseguidos.
Pero nuestro callado homenaje y
nuestro duelo lacónico
honra vuestra memoria
más que
todos los aspavientos del enemigo
ante sus holocaustos hollywoodienses.
Porque nuestro duelo es
acicate para continuar luchando...
Porque cada uno de nuestros
silencios es una promesa
de venganza sagrada y
reparadora
para vuestra sangre inocente.
J.L. Antonaya