La banda de Pedro Sánchez
y sus cuarenta ladrones
sigue teniendo al Caudillo
entre sus preocupaciones.
Franco les aterroriza
y puebla sus obsesiones
de terrores infinitos,
de ansias y tribulaciones
que a los pijos perroflautas
les encoge los cojones.
Franco no ha muerto hace años.
Franco vive en las menciones
obsesivas y dementes
de esta panda de cabrones.
Como el Cid a la morisma,
pone en fuga a batallones
y, aterra, después de muerto,
a marujas y a cagones.
Por eso será delito
hablar bien de sus acciones
y decir que hizo pantanos
será causa de prisiones,
de severos latigazos,
galeras e inquisiciones.
Serán pecados terribles
algunas afirmaciones
como decir, por ejemplo,
sin disimulos blandones
que, mal que pese a estos mierdas,
Franco le echó dos cojones
y hubo una España sin paro,
sin políticos ladrones,
sin taradas de ministras
ni ministros maricones.
Será pecado mortal
recordar las procesiones
en las que curas y obispos,
hoy tan progres y masones,
lo llevaban bajo palio,
y le daban bendiciones.
La ley mordaza que trama
esta banda de mamones
castiga que se recuerden
los logros y galardones
de Franco en su devenir
así que, por precauciones
elementales, hablemos
sólo de equivocaciones
y recordemos, con pena,
que si tenemos borbones
es porque lo quiso Franco
que también dejó marrones
y no estaba fino cuando
gestionó sus sucesiones.
J.L. Antonaya