No fue lo peor la mentira repetida
por altavoces y canales oficiales.
Ni el terror difundido por las teles.
Ni los médicos corruptos y asesinos
bailoteando en los vídeos de bufones.
por altavoces y canales oficiales.
Ni el terror difundido por las teles.
Ni los médicos corruptos y asesinos
bailoteando en los vídeos de bufones.
Ni los viejos abandonados entre heces.
Ni los confinamientos abusivos
y los toques de queda y de tristeza.
Ni la prepotencia y los abusos
de los chulos con placa y con pistola.
Ni los niños con bozal y sin columpios.
Ni siquiera las letales inyecciones.
Lo peor fue comprobar la sumisión
y cobarde mezquindad de los chivatos
en su vileza vomitiva y necia
exhibiendo delaciones como mérito.
Y los esclavos que aplaudían en los balcones
el advenimiento del horror tiránico
camuflado en su dogal de colorines.
No olvidamos, rebaño, no olvidamos...
J.L. Antonaya