¡Malvinas argentinas! Y el latido
de dignidad de un pueblo valeroso
plantó cara al pirata codicioso
y resonó en grandeza decidido.
¡Malvinas argentinas! fue un rugido
una señal, un canto generoso.
Y el pueblo se hizo mílite glorioso.
Y el perro inglés huyó despavorido.
No pudo ser. Tras el heroico envite,
volvieron los británicos bandidos.
Volvieron la invasión y los ladrones.
Desde España soñamos el desquite
con la furia de hermanos invadidos
por rapiña de los anglosajones.
J.L. Antonaya